La historia de éste magnífico castillo, arranca en el siglo XI a partir de una torre cuadrada originaria, y se desarrolla a lo largo de los tiempos conservando su diseño y función militar, cediendo más tarde a favor de un uso residencial aristocrático.
Jaume, el guía que lo abre el primer domingo de cada mes y mantiene su
web, es una enciclopedia andante, y nos descubre aspectos del castillo que sólo un verdadero conocedor del tema puede desarrollar con la fluidez que él lo hace, luego la visita es muy recomendable.
No es poco el daño que Hollywood ha hecho al conocimiento de la vida en las fortalezas, trataremos de remediarlo un poco en ésta entrada, donde repararemos en pequeños detalles, principalmente arquitectónicos, y en su función dentro del edificio.
La ortofoto nos muestra los tres principales edificaciones del núcleo: el castillo, la casa solariega de origen medieval, y la ermita románica con un discreto camposanto, a la que no podemos acceder, ya que están hartos de que les entren furtivamente a pesar de estar vacía, y no es visitable. No en vano, el castillo está protegido con alarma. Es lo que tenemos por aquí...
La casa adyacente es muy robusta, con un fino trabajo de cantería, que se aprecia en los dinteles y jambas interiores, fruto de una reforma realizada sobre el siglo XVII.
En su planta baja, pueden verse los antiguos depósitos de aceite y los toneles de vino.
En la cocina, vemos los antiguos hornillos de carbón y una goma de butano, pues hasta el siglo pasado, alguien habitó la casa.
Dos picas monolíticas.
Y el hogar.
En el salón podemos observar los vanos abocinados de las ventanas, con sendos asientos en cada flanco, donde se sentaban antiguamente las parejas a formalizar sus noviazgos.
Las esquinas de las jambas en la primera planta, están achaflanadas y presentan este detalle en su base.
Una conducción de piedra, recogía el agua de lluvia de la cubierta, llevándola a este pozo-aljibe que vemos desde el exterior.
Al pozo podía accederse desde la primera planta, vemos como en época moderna se añadió un canalón más de recogida de agua, bastante escasa en la comarca.
El castillo tiene su entrada en el lado sur, podemos ver en la fachada los restos de los ventanales góticos geminados, asomando sobre los dinteles de factura renacentista. También vemos los taludes, reforzando la muralla.
La defensa de la puerta, que originalmente se presenta elevada, para protegerla de arietes, quedaba resuelta por un matacán sobre su vertical, y una aspillera lateral. Las ménsulas de los merlones, soportaban un eje metálico del que basculaban las puertas que cubrían los espacios del almenado.
En esta vista desde el oeste, vemos una reconstrucción virtual de sus defensas.
Las ménsulas de la torre, soportaban una casamata, con su correspondiente cubierta. Las puertas basculantes de las almenas, se abrían empujando su parte inferior con el pie, ya que las manos debían ocuparse del arco o la ballesta.
Las aspilleras originales, con el tiempo, fueron ensanchadas en su base, convirtiéndose en troneras, esto es, aptas para disparar desde éllas con armas de fuego.
Las estancias del castillo, se distribuyen desde un patio central, por aquí entramos a la sala noble.
El amueblado del castillo es escaso, es lo que queda tras numerosos expolios, fruto del abandono a que estuvo sometido durante largo tiempo.
Salvo la cocina, ninguna estancia del castillo tenía una función claramente definida, ya que dicha concepción es mucho más moderna. Así que en verano se vivía donde se estaba más fresco, y en invierno viceversa. Siendo así, el salón lo mismo servía para un baile, que para un juicio o recepción oficial. Es por ello que los muebles eran escasos, (nada de las grandes mesas de las películas) y se utilizaban caballetes para adecuar las salas a los eventos. El hogar era muy importante como símbolo de status, la habitación de invitados también cuenta con uno.
No voy a enseñar las otras estancias, pues para eso está la visita; el espacio entre la torre y el cubo de la muralla, se fue techando con el tiempo, tal como aumentaron las necesidades de espacio, creándose nuevas estancias secundarias: alcobas, comedor, etc.
De camino a la terraza, que mira al sur, vemos la entrada original románica de la torre, que se encontraba como mínimo a ocho metros del suelo. El agujero que vemos sobre élla, estaba destinado a una polea para elevar la puerta, pues era levadiza.
Desde la terraza vemos el patio interior del castillo y la torre, que al parecer no es visitable.
En la terraza podemos fijarnos en dos detalles: la entrada al matacán, y la conducción de recogida de agua, soportada por ménsulas, que recorre el perímetro de la muralla.
Normalmente, los merlones de los castillos aparecen restaurados y consolidados, no era así en el medievo, pues no eran un elemento fuerte de defensa, sino débil. La razón estriba en que no deben ofrecer asidero para cuerdas o garfios a los posibles asaltantes, luego sus piedras no se rejuntaban con argamasa como el resto de la muralla, sino que eran mero acopio del último elemento ofensivo del que disponían los inquilinos. Ante un ataque, y como solución extrema, se desmontaban para ser arrojadas sus piezas sobre los intrusos.
Los que se ven en la parte superior izquierda de la imagen, así lo atestiguan, pues no han sido restaurados.
El agua de lluvia bajaba por éste colector que vemos restaurado modernamente con chapa, era de piedra originalmente, cerraba la esquina y desembocaba en una cisterna.
Ya he dicho ántes la gran importancia del agua en ésta comarca, modernamente, también se instaló otro colector de aguas en la parte trasera del castillo, que alimenta dos cisternas, como vemos en la imagen de su cara norte.
Visita recomendable donde las haya, el Castillo de les Sitges, es uno de esos monumentos injustamete desconocidos a los que merece mucho la pena acercarse.
Y si les sobra tiempo, no dejen pasar la ocasión de visitar el de
Florejacs, a escasos kilómetros de éste. De propiedad particular, no dejan hacer fotos del
impresionante patrimonio que alberga.
Sus colecciones: armas, botellas, abanicos, sombreros, trajes de época, pero sobre todo la de juguetes antiguos, son de un valor dificil de ponderar por lo alto.
Contiene asimismo muebles de incalculable valor, de factura única muchos de éllos, con decoración pictórica renacentista y barroca irrepetible.
El castillo de Florejacs centra una villa cerrada con varios portales de acceso, de clara estructura medieval. La visita guiada de una hora, nos va a saber a poco, tantos son los detalles y objetos que atesora, así que no se lo pierdan.