domingo, 21 de marzo de 2010

Nadie en Castarlenas


Castarlenas culminó su despoblación en la década de los 70, sin carretera ni luz eléctrica, puede facilmente imaginarse la dureza de las condiciones de vida de sus pobladores. Su economía se basaba principalmente en el pastoreo y en la agricultura, siendo su principal producto el aceite de oliva. Se ven olivos rodeando el pueblo, en un abigarrado abancalamiento, muchos de ellos centenarios. La prensa de su molino puede verse actualmente en una plaza de Graus.
El hallazgo de moneda íbera en sus cercanías, nos habla de lo antiguo del poblamiento, y su iglesia se debió construir sobre el antiguo castillo, del que queda vestigio de su muro perimetral.

La abadía y Casa Maruja, se adosaban al templo hasta gran altura, la plaza se cerraba con dos bloques de grandes casas y un portal cubierto.

Entramos a la parte baja del pueblo por una estrecha calle.

Casa Maruja estaba completamente adosada a los pies del campanario, siendo su fachada una prolongación del muro que circunda la plaza. Nótese la decoración en yeso bajo el balcón,(y el soporte del mismo en ladrillo), superponiéndose al arco de entrada; fruto todo ello de la nueva moda, que "abría" la casa a la calle.

Cerca vemos Casa Sarraú, de tipología tardo-mudejar, remataba la casa un mirador en ladrillo de arquillos de rosca simple, construido con posterioridad a la casa original; canetes trabajados en forma de voluta, soportaban un rafe de madera muy volado.
Como en Casa Maruja, el balcón es una ventana rasgada; los dinteles decorados, siguen la moda al uso.

Algo más adelante, en el interior de varias casetas, podremos ver los silos excavados en la roca. De forma globular y con una profundidad aproximada de dos metros, su boca de aproximadamente 40 cm, muestra el rebaje para el encaje de la tapa.

Aquí vemos el muro que circunda la plaza; en el lado izquierdo de la imagen, puede verse una escalera de acceso tomada por la vegetación.

Desde aquí vemos asomar imponente la iglesia.

He vuelto atrás para entrar a la plaza por el portal; aquí vemos Casa Guardia, una de las casas principales, con su gran terraza.

Entrada al portal, sobre él, casa Guarné. A la derecha el muro de la abadía, y a la izquierda el de Casa Vidal

La ermita de San Mamés, era el oratorio privado de Casa Vidal, cuya entrada entrevemos a la izquierda. Sus propietarios poseían título de nobleza y era una de las familias más pudientes de la población.

Entrada de Casa Vidal, se aprecia en la fachada lo que debía ser el marco de un escudo nobiliario.

Entrada de Casa Guarné bajo el portal.

Vista del portal desde la plaza.

Vista de Casa Miquel, Casa Andrés y Casa Rivera en la plaza. Las casas eran de piedra, pero algunas se recrecieron con adobe. En general eran bastante voluminosas.

A la iglesia de San Pedro apóstol, accederemos por la entrada de la sacristía, situada en el ábside.

El interior es muy oscuro, vemos el coro al fondo y la entrada a la abadía.

El altar profanado, se cubría con una enorme losa de piedra.

Su nave única se divide en tres tramos cubiertos por bóvedas estrelladas. La nervadura de dichas bóvedas no es de piedra, sino de ladrillo aplantillado. Los arcos perpiaños son asimismo de ladrillo. Unicamente los muros exteriores del templo y el campanario son de piedra sillar.

Aquí se reseña la fecha del repintado interno: 1885.

Bóveda del coro.

Detalle de una capilla de las cuatro que posée.

Entrada de acceso desde la abadía.

La abadía ejercía de escuela y vivienda del maestro, en su interior encontramos éste dintel grabado.

Las bóvedas ofrecen un aspecto muy colorista, que no se aprecia totalmente debido a lo oscuro del interior.

Dos de las capillas, que se cubren asimismo con bóvedas de crucería.

Su portada renacentista, presenta un laborioso trabajo de la piedra, representando variadas figuras. Estuvo cubierta en su día por una bóveda de crucería y por un tejado más tarde, hoy desaparecido.


En la clave se reproducen las llaves, símbolo de San Pedro.

Camino del campanario, sobre el coro, se aprecia en las capillas el arco antiguo en piedra sillar, bajo el que se construye posteriormente con ladrillo la bóveda.

Por una escalera de caracol accedemos a la cubierta,remate claramente mudéjar, que se resuelve en ladrillo con mirador de arquillos de doble rosca. Dos impostas corridas los unen a nivel del antepecho y del arranque de los arcos. El alero crece sobre dos franjas de teja y ladrillo a soga.
Parte de la cubierta se ha venido abajo, dejando la bóveda del coro a la intemperie.


Desde aquí arriba podemos ver los silos en la roca y las casetas que los albergan. Estos silos se dan por lo común por "medievales", término difuso y confuso para estas construcciones, extendidas ampliamente por la provincia, y cuyo origen se pierde en el tiempo.

La bóveda del campanario, revela en uno de sus nervios la reconstrucción en ladrillo.

Las vistas son muy amplias desde el campanario, ya que el pueblo está alto. La entereza de la parroquial, acentúa todavía más la sensación de destrucción que ofrece el pueblo, que debió ser precioso en su tiempo.

Desde aquí arriba podemos ver también uno de los trulls que todavía se conservan. Yo creo que había alguno más al lado. Estos depósitos para el vino, solían ser de piedra o ladrillo, y se alicataron con el tiempo. Ocupaban por lo común el sótano de las casas, y disponían de una boca de llenado que daba a la calle.

Su diámetro es de tres metros aproximadamente, y su profundidad la ignoro, aunque debe estar entre 3 y 4 metros.

En una de sus casas puede verse todavía esta boca de horno. Y es que en estos pueblos aislados, uno se lo hacía todo o casi: el vino, el pan, el abrigo, la carne, la leche, el queso, la verdura, y en fin, lo necesario para lo que es basicamente vivir, esto es, sustentarse. Su regimen autárquico, cargado de dificultades, les daba una independencia, núnca bien ponderada.

Este es uno de los aljibes cercanos al pueblo, que cuenta con una escala de acceso.

Y este, completamente helado, está en la parte baja del pueblo junto a una casa.

Esta es una de las casas que mejor se conservan, Casa Viola, vamos a entrar en élla.

El centro de la casa era esta sala, a cuya derecha vemos la cocina.
El hogar en medio de dos bancos corridos, con las ventanas mirando a poniente. Es decir, cuando llega la noche, sin luz eléctrica, lámpara de carburo al canto, arrimarse al fuego, y ya estamos listos para hacer lo que sea, siempre que no precise energía eléctrica. Esta configuración de hogar-cocina es típica en muchos pueblos, las alcobas rodeaban esta sala.

Estas son las picas de la pequeña cocina, no hay grifo porque el agua se echa desde un cántaro, que se almacena con otros en una cantarera hundida en la pared.
Nótese en la imagen, al nivel de expolio que han llegado en estos pueblos: hasta las baldosillas de la cocina han sido arrancadas cuidadosamente. Por no hablar del expolio de tejas, causa fundamental del posterior derrumbe de las casas.

En la planta baja, aún pueden verse dos grandes botas; la viña era otro de los cultivos que no solía faltar en ningún pueblo.

Unos carteles a la entrada del pueblo, nos advierten del peligro de derrumbe, y prohiben expresamente el paso. Existe tambien un cartelón turístico con información acerca del pueblo, donde se nos dice entre otras cosas, que es propiedad de Antonio Samaranch, expresidente del COI, como si tal propietario le diera algún lustre al "coto".

La impresión que da el pueblo es triste, francamente, y el abandono de la iglesia por otro lado, muy lamentable. Vale la pena de todas maneras acercarse hasta aquí, el paraje es muy bonito y de una paz absoluta.

Más fotos e información sobre el pueblo en: Pueblos Deshabitados y en Despoblados de Huesca.