viernes, 22 de julio de 2011

Montclús (III) El barranco de Sant Urbá

Para acceder al barrio alto de Montclús es preciso atravesar el barranco de Sant Urbá.
Aquí pueden ver el itinerario que he seguido.

Esta es la entrada al barranco. Se accede rodeando el monolito del barrio bajo por su base.

Circularemos por un terreno totalmente pedregoso, algunos agujeros exhalan una húmeda corriente de aire, testimonio de aguas profundas.

Como pueden comprobar, no existe suelo como tal ni rastro de tierra alguno, es todo pura roca.

Voy avanzando por el barranco en dirección a las agujas de su extremo.

Dejando ermita y castillo a mi espalda.

Se empiezan a ver monolitos tumbados, efecto del deslizamiento que impulsó el seismo.

Ya cerca de las agujas el paisaje es de pura fantasía...

Un paisaje de una belleza natural que a nadie dejará indiferente.

Nótense a la izquierda de la imagen los monolitos tumbados.

Yo he subido por aquí, por un desprendimiento de grandes bloques, están muchos resquebrajados.

Con unas grietas de aquí te espero...

Y ya veo las tres agujas frente a mi desde el barrio alto. Hay fotos para doce álbumes en este paisaje que nos empequeñece.

Y es que el 3 de Marzo del 1373, el terremoto desencadenó un nuevo deslizamiento del bloque calizo de Montclús, ésta vez en dirección al barranco de su propio nombre.
La capa de arcillas que lo separa del bloque inferior ha sido socavada por la erosión profunda del barranco, por otro lado, las grietas y fisuras contribuyen a la percolación y a que se humedezca actuando como un verdadero lubricante geológico.
La montaña se mueve en masa en dirección al barranco hasta chocar en sus paredes, en su tránsito, tal como sucedió hace 20.000 años, va dejando un rastro de agujas y monolitos que son las que han visto en las fotos.
Pero no sólo eso, el desplazamiento provoca un hueco en el que el barrio alto sucumbe y que grandes bloques desprendidos de su perímetro terminen por sepultarlo.

El propio terreno nos da la lección de geología como vemos en estos dos ejemplos.
Esta es una imagen del suelo, nótese la fuerte fragmentación de la roca que podemos desmenuzar con las manos.
Una roca caliza de origen sedimentario continental. Ya que procede de un turbio lago de agua dulce, lodo petrificado simplificando, al golpearlas desprenden un fétido olor a "fondo de pantano".

Y esto es un monolito en pleno proceso de desintegración, la erosión lo va mermando.

Resumiendo un poco puede decirse que a pesar de lo cansado que es el tránsito por el barranco, caminar sobre roca suelta y angulosa es pesado, las vistas son realmente impresionantes y merece la visita.
El entorno se mantiene aquí impoluto, y en fin...que es a mi juicio un lugar maravilloso.
En la última parte entraré en el barrio alto hasta el fondo y veremos la ermita de tu a tu desde lo alto de una aguja. No se la pierdan...

jueves, 21 de julio de 2011

Montclús (II) El castillo y los monolitos

Del castillo de Montclús se tienen noticias desde el año 1060, cuando Arnau Mir de Tost y su esposa Arsenda donan la mitad a la abadía de Sant Pere de Áger . Tenía una planta poligonal que se adaptaba al monolito sobre el que se levantó, y muestra en sus restos recrecimiento y varias fases constructivas.
Disponía como mínimo de dos niveles, el segundo con varias espilleras.

Para su construcción fue necesario colmatar las fisuras que presentaba el monolito, algunas bastante anchas, y que se salvaron mediante pequeños arcos como el de la imagen.
Por medio de yeso y argamasa se conseguía una plataforma plana sobre la que construir.


Situado al límite del Condado de Urgell, era el típico castillo de frontera, cuya decadencia fue progresiva a partir de la reconquista.

Seremos precavidos en todo momento en nuestra visita, hay que estar atento al borde.
Por algo se edificó aquí el castillo, el monolito es inexpugnable.

Del barrio bajo no cabe decir más que estaba compuesto de casas sencillas, normalmente con cubierta de losas. Está invadido por la vegetación y totalmente derruido, destaca la conservación de éste trozo de pared en opus spicatum del que ya dí noticia gráfica en el 2008 aquí.


Los monolitos

Poco antes de la escalera de acceso a la plataforma de la ermita, nos desviaremos a mano derecha entrando por un túnel húmedo y verde de vegetación exhuberante. Siguiéndolo llegaremos a los monolitos y al inicio de los pasillos entre éllos.
La vegetación apenas deja entrever su tamaño cuando estamos al pie, por lo que estas imágenes han sido tomadas desde lejos.

Los árboles y arbustos introducen sus raices a través de las fisuras, acentuando la fragmentación (diaclasa).

Cuesta definir la sensaciones que se obtienen aquí, el naturalista aficionado no podrá pasar por alto la variedad botánica y faunística que acompaña éste paraje. El ambiente es sombrío, húmedo, fresco, la luz es verde y el trinar de los pájaros continuo.

Hay momentos sin embargo, que encajonados como estamos en el estrecho pasillo se hace el silencio, y da un poquito de yuyu.

Uno de los monolitos es accesible, teniendo mucha precaución y nociones claras de escalada, subido a él vemos la cima plana de dos que lo acompañan.

Y un tercero más allá.

Si seguimos la senda en dirección al río podemos ver este monolito destruido, del que unicamente queda un bloque que parece haber sido puesto en pie.
El cuerpo del monolito es el montón de piedra que rodea al bloque, hecha literalmente añicos por la erosión.

Un sendero que se desvía de este laberinto de piedra, nos llevará hasta la cueva de Sant Urbá, una grieta accesible que se formó por el desplazamiento de uno de los monolitos.


La geología tiene la respuesta al cómo se formaron los monolitos.
Hace no menos de 20.000 años hubo un deslizamiento en masa de las calcáreas de Montclús. Puede decirse que toda una montaña viajó literalmente en dirección al río que había socavado sus bases descalzándola.
El inmenso bloque se deslizó sobre una capa de arcillas plásticas, soportadas asimismo sobre una base bioclástica .
En su tránsito fue rompiéndose dejando en un anfiteatro natural, los monolitos y agujas que rodean y sostienen ermita, castillo y barrio bajo.
En la tercera parte veremos cómo este proceso se repitió con consecuencias catastróficas en 1373.

miércoles, 20 de julio de 2011

Montclús ( I ) La ermita de Sant Urbá

El Románico en la última frontera

Según nos cuenta la leyenda, la gente de Montclús era muy pecadora, y recibieron el castigo divino el 3 de Marzo de 1373, cuando un seismo de grado 7 arrasó el pueblo matando a todos sus habitantes. Tan sólo escapó a la tragedia una pobre viejecita que oraba en la ermita de San Urbano, ya que el templo resultó indemne.
La explicación geológica y lógica al fenómeno, se nos da de la mano de varios autores en el libro: "Montclús. Misterioso nacimiento y desaparición de un pueblo", que edita en idioma catalán el Instituto Geológico de Cataluña, dentro de la colección: "El lenguaje de las piedras", y que pueden adquirir por un ridículo precio siguiendo este enlace.

No voy a contar mucho más de lo que se explica en el libro, ya que es un trabajo completísimo, pero sí actualizaré las fotos de la ermita, que tras su acertada restauración ha quedado divina.
También es mi objetivo ayudar a la divulgación de uno de los lugares más fantásticos e impresionantes de los que pueden hallarse en España, este es sin lugar a dudas un sitio único.

El origen de Montclús es un misterio, aunque se apunta a que fuese íbero, en todo caso anterior al año mil, cuando ya era un pueblo con su castillo de frontera y con el puente sobre el Noguera Pallaresa bajo su custodia.
Los primeros pobladores que llegaron aquí, hallaron un profundo barranco flanqueado de grandes monolitos y agujas calcáreas, rodeados por laberínticos pasillos que ofrecían fácil defensa.
Un terreno agreste, fragmentado, de profundas grietas y agujeros insondables.
Fue en tres de estos monolitos sobre los que se levantaron castillo, iglesia y barrio bajo.
Las grietas fueron colmadas y se logró una superficie plana sobre la que construir por medio de argamasa. En caso de ataque estas tres agujas podían aislarse retirando los puentes de troncos que las unían.
Un pequeño barrio en el sector de levante asumía la vigilancia del puente, mientras que el barrio alto pendía sobre el precipicio al otro lado del barranco, unido al barrio bajo seguramente por alguna pasarela.

En el mirador que precede a la senda hasta Montclús encontramos este cartel, donde se nos marcan varios itinerarios.


Empezaremos visitando la ermita, singular en su diseño que se adapta al monolito sobre el que fue construída. Es de nave única con cubierta de cañón y cuenta con ábside y absidiola.
Podemos cotejar en éstas imágenes el bien que le ha hecho su reciente restauración, que no ha sido para nada fácil. No ha recuperado su cubierta de losas, pero al menos se ha reparado el interior y se ha techado evitando las filtraciones que la hubiesen llevado al desastre.
Esta era la destartalada puerta que me recibía allá en el 2009.

Y desde el otro lado.

En el interior se ha picado el revoco antiguo dejando vista la piedra.

Se ha eliminado también el antiguo coro que estaba en estado ruinoso, y se ha dotado a su ventana cruciforme de una rejilla, así como cristales en las ventanas del ábside para impedir la entrada de pájaros.

Como pueden ver, ha quedado que es un primor.

Si dije que la restauración fue trabajosa, es porque la situación del templo así lo manda. Aquí lo vemos junto al castillo.

Una imponente aguja frente a la ermita

Cuando salgamos por esta puerta y rodeémos la ermita veremos un paisaje único, de una dureza extrema.

Sí amigos, sobre ese enorme paredón resquebrajado se ubicaba el barrio alto de Montclús, que a consecuencias del seismo se alejó literalmente del lado del barranco sobre el que estamos.
Un barrio que el terremoto hundió y sepultó para siempre bajo toneladas de roca.
Lo veremos muy de cerca en una próxima entrada.


Por seguridad: En la ermita, castillo y barrio bajo, mucha precaución al acercarse a los bordes de la plataforma, están degradados a veces y la caída sería seguramente mortal. El monolito del barrio bajo está también cortado a pico, así que mucho cuidado con los bordes y las grietas.

En el circuito de los monolitos, cuando transitemos por el pequeño laberinto, tocar las rocas lo menos posible y caminar con precaución.("Emparedados" por la naturaleza tampoco podrán correr).

En el acceso al barrio alto a quien se atreva lo siguiente:
El tránsito por este terreno es bastante complicado, no hay piedra aquí que haya terminado de moverse. La fragmentación de las rocas es muy notable, así que hay que estar muy al tanto de adonde pretende uno subirse. También hay que mirar dónde y cómo se ponen los pies, existen grandes bloques inestables y el riesgo de quedar atrapados debemos considerarlo.
Los desprendimientos espontáneos tampoco son inhabituales, cosa que ya se deduce de la fragmentación rocosa.
Hay además profundas grietas y agujeros que la vegetación oculta y que pueden darnos un susto.
En fin, que existe cierto riesgo que el que suscribe ha asumido. De todos modos, toda precaución será poca en este terreno.

Les dejo esta imagen tomada desde el barrio alto para ir haciendo boca hasta la segunda parte...