El castillo de la Mora, está situado a 770 metros de altitud, sobre un cerro de paredes escarpadas, excepto por su parte suroriental. Se alza sobre el que fue de Momegastre, que formaba linea defensiva del distrito musulmán de Lleida; junto a los de Calasanz, Estopiñan, Barbastro, Monzón y Balaguer.
El acceso al castillo, debemos realizarlo a pie, dejando el vehículo junto a la ermita de Nuestra Señora de la Mora. Construida en el siglo XVII, de nave única rectangular, tiene un pequeño atrio y la casa del ermitaño adosada. La roca que vemos con la cruz tallada, pertenece a la leyenda según la cual, por intervención de la virgen, se desprendieron dos grandes rocas de la montaña; matando al rey musulmán invasor y a su caballo. La otra roca estaría situada en el camino, llamada "Roca del Moro", a la que las gentes arrojaban una piedra al pasar por su lado, rememorando así el divino suceso.
El agua de lluvia se recoge en dos grandes depósitos, de los que podemos disponer, al menos para lavarnos y refrescarnos. Hubo aquí ermitaño en los siglos XVIII y XX, que vivía de forma permanente, al cuidado del templo. La primitiva imagen de la Virgen, de corte gótico, fue hallada cercana a la ermita; a causa de su deterioro, se trasladó a la Residencia de los Padres Escolapios en Peralta de la Sal.
Aquí vemos el atrio:
Y aquí al puerta, por la que podemos acceder libremente:
Ésta es la imagen que sustituye a la original:
Por ésta puerta entramos en la casa del ermitaño:
Dispone de dos plantas, por la primera podemos acceder al coro.
En la primera planta hallamos un fuego y una pequeña instalación eléctrica, que debe ser alimentada mediante generador; así como una leñera con algo de leña y papel para hacer fuego.
Un cartel en el interior nos recuerda que esto es "de todos los que lo visiten", creo que queda claro el mensaje.
Las dos plantas superiores están perfectamente limpias, con remozo reciente, y con unas ventanas practicamente nuevas, y que ajustan a la perfección. Por todo ello, es éste un refugio ideal para excursionistas, que deberan tener fuertes piernas, el camino es bastante pendiente.
De camino hacia el castillo, vemos la ermita entre los árboles:
Poco antes de llegar,vemos vestigios del ábside de la ermita de San Julián:
Frente a la entrada, vemos los restos de una antigua torre circular, probablemente del siglo XI.
El castillo formó parte de la baronía de Peralta, que comprendía los términos de Siurana, Gabasa, Rocafort, Pelegriñón, Purroy y Peraltilla. Ramón de Peralta fue el primer señor de la baronía, pasando después a los Castro, Montcada y Fernández de Córdoba, hasta que las Cortes de Cádiz abolieron los antiguos dominios señoriales, en 1812.
Gracias a la iniciativa popular, se ha restaurado, con buen criterio y no poco esfuerzo.
Disponía de dos plantas, y fue residencial, aparte de defensivo, contaba con su propio aljibe.
Se le acopló un pararrayos, que ya le habrá salvado la vida, pues es candidato seguro por su altitud.
No puede fotografiarse el lado oeste, pues está cortado a pico; vemos Peralta de la sal y Calasanz desde aquí.
¡Cuidado!, que aquí no hay barandilla...
Las vistas desde el castillo son impresionantes, el entorno está impoluto, da gusto estar aquí arriba:
Es éste un lugar, que siempre he hallado limpio, sin las típicas pintadas de los botarates, una delicia vaya.
Hay que aplaudir a quienes lo hacen posible, supongo que el municipio y sus vecinos, pues no es habitual, tristemente.
Por tanto, queda recomendada la visita, inclusive la nocturna; ya me duele la boca de pedir respetuosa limpieza y un comportamiento que nos aleje de la casta de Atila, pero no me canso, y lo pido una vez más, para ésta magnifica atalaya.
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