jueves, 23 de abril de 2009

Milenarios

Hoy mis pasos me llevan a ver a los dos seres vivos más antiguos que conozco.
Testigos mudos del paso de pueblos, gentes e imperios, por su edad, son casi fósiles vivos.
Esta es "La Sabineta".
Su tronco es un libro secreto que alberga no menos de tres mil años de la historia de esta tierra.

Me acerco a élla con el respeto que merece el ser vivo de mayor edad con el que yo me haya topado. Un ser que ha visto amanecer más de un millón de veces, a cuyo lado soy un fugaz pasajero del tiempo, una pluma liviana a merced del viento de los siglos.
Vengo una vez al año a verla, consciente de que élla va a perdurar y yo no.
Aislada, en medio de los sembrados, no faltó mucho hace un tiempo para que fuese llevada a una finca particular; cosa que impidió el pueblo, es decir: los que no tienen cultura, pobres...

No lejos de La Sabineta tenemos un magnífico oxicedro. Este "jovencito" posée en sus anillos no menos de mil quinientos registros de otros tantos años.
Su porte lánguido, inconfundible, le da un aire entre misterioso y fantástico, sobre todo los días de niebla

Uno de sus brazos principales, algo desgajado, se apoya sobre una muleta metálica que el dueño de la finca tuvo a bien ponerle para impedir que se desmembrara.
Así me lo explica el joven de la casa que se
ha acercado hasta aquí al ver mi vehículo. Su rostro colorado tiene una bella expresión de simpleza campesina.
-Es precioso-le manifiesto.
-Y muy antiguo -me contesta- ya se rompió una vez,dice, mostrándome la rama seca a un lado, pero ahora si vuelve a romperse ¿que?.
-Porque...-añade- de estos árboles, ¿quien se hace cargo?.
Y a mi entonces al ver como razona este ganadero se me pone una cara de tonto como nunca.
-La...¿Diputación?...-le digo.
-¡Bien...!-me contesta con expresión escéptica. Y así nos despedimos.

Puede decirse de estos dos magníficos ejemplares lo dicho por el filósofo alemán: "Si pudiesen hablar, no los entenderíamos, tanto es lo que han crecido".

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