viernes, 3 de octubre de 2014

Nadie en la Corona

La Corona es un despoblado del término de Santaliestra y San Quílez que albergó cuatro casas antes de abandonarse en la década de los setenta. Para acceder he tomado la misma pista que me llevó a Casa Castellblanc  y que hay que seguir tres kilómetros más hasta que vemos los edificios entre la vegetación.

Vaya por delante que acceder a una parte del núcleo es difícil ya que está literalmente tomado por la maleza, aunque el declive de dicha parte tampoco aconseja demasiado la visita.
De la pista sale el antiguo camino de entrada a las primeras casas flanqueado por sendos muros, pero la vegetación lo obstruye y hay que dar un rodeo.
La entrada al patio luce un gran dintel monolítico con una cruz grabada. Grandes losas sobre el mismo forman el alero.
En sus jambas se aprecian asimismo varias cruces.
En el interior algunos restos de la vida pasada...Atalajes de las bestias y aperos agrícolas. 

En las casas se aprecia una construcción primitiva de escasos vanos y ventanas medianas de jambas y dinteles monolíticos. Y una posterior reforma que colma aquéllas y abre ventanas y balcones nuevos. También se recrecen en altura y se reforman interiormente.
De la parte más antigua se conserva una tina hecha totalmente en piedra. Se cubría con una bóveda hoy derrumbada y tenía un pequeño vano a modo de respiradero. Aquí es realmente difícil de acceder ya que está en medio de la selva y en el centro del edificio.


En el derrumbe de la bodega, donde todavía hay toneles, vemos como los revoltones están formados por lajas que soportan la gruesa capa de argamasa que forma el piso.
.
En la casa del segundo grupo de edificaciones podemos ver el recrecido en adobe de la falsa, así como las antiguos vanos colmados junto a los nuevos.


Pueden verse grabadas cruces en los dinteles y en alguna piedra.



En la fachada vemos el vano primitivo y el balcón posterior.
Junto a la entrada se encuentra esta tronera de piedra tosca.
El interior tiene todas las trazas de haber sufrido reforma a principios del siglo pasado. Aun así, reproduce la configuración típica de las casas de campo.
La cocina de picas vidriadas pero sin agua corriente.
El hogar con los dos bancos corridos de rigor flaqueándolo.(Esto es un refugio de pastores a día de hoy, por eso se ve la parrilla, y la sal en otra foto, y cosas que éllos utilizan).
Para dar luz a la cocina y a la sala del hogar con un sólo candil...
La cantarera.
Y la caja del reloj.
El mueble de la sala noble y la puerta muestran las trazas del art-decó.

Desde el exterior vemos la casa y la entrada a los grandes corrales adyacentes.
Entrada que en su gran dintel luce también una cruz protectora.

Otras se ven pintadas en la puerta de los establos.
Establos con un gran trabajo de la piedra.
Visto esto y siguiendo la pista algo más de un kilómetro llego hasta la ermita de Santiago.



La espadaña parece ser la parte más antigua de lo que quizá fue un edificio románico originalmente.
La ermita se halla en un mirador sobre el Esera con unas vistas de impresión.

En la Corona había muchos árboles frutales, sus vástagos cimarrones rodean las casas por el lado norte principalmente. Pueden verse cerezos, perales, manzanos e higueras... En sus llanos húmedos medran muchos vestigios de los antiguos cultivos.
El silencio es realmente absoluto en este lugar, en silencio el otoño va dando sus frutos.



1 comentario:

blas gonzalo. dijo...

Me quede con ganas de llegar la ultima vez que estuve por Ribagorza ,pero la pista estaba infernal;viendo las fotos aun me da mas coraje.Tendre que volver.La ermita que se ve desde el valle me invita cada vez que paso.Un saludo Ruben y muchas gracias