lunes, 16 de abril de 2012

Arqueología industrial


Según la Wikipedia, y cito textualmente:
La arqueología industrial es una de las ramas más recientes de la arqueología, la cual se dedica al estudio de los sitios, los métodos y la maquinaria utilizada en el proceso industrial, especialmente tras la Revolución industrial, así como las formas de comportamiento social y hábitat derivadas de dicho proceso.
El término arqueología industrial surge en 1955 a raíz de un artículo publicado por Michael Rix de la Universidad de Birmingham en Inglaterra y va parejo al concepto de patrimonio industrial.

No da mi tiempo para dedicarme a esta actividad que en mí une el gusto puramente estético con la fascinación por los lugares abandonados.
Esta combinación ha derivado modernamente en la exploración urbana, siendo en España dignamente representada por el Club CELA y por blogs como De otro tiempo o Recurriendo al pasado.
También en esta página: Arqueología y patrimonio industrial.com paso algún rato pues son especialistas del tema.
Para un arqueólogo de sofá en piel flor esto es un paseo que no requiere ni molestar a los porteadores, así que algún pinito he hecho de lo que me ha gustado y me cae cerca.
Lo primero son unas hilaturas abandonadas que llegaron a ser visitadas por el mismísimo General Franco.
Sus naves ocupan varias hectáreas, aunque la más bonita es la primitiva y central de piedra y ladrillo.


Por dentro la cruza un canal que movía sendas turbinas generadoras de electricidad.


De la fecha que ven deben deducir que aquí han trabajado varias generaciones, dos de mi propia familia, y que este edificio es superpopular en la zona.



Abandonada a su suerte a causa de la crisis del textil, sus naves vacías de maquinaria permanecen medio a oscuras y en silencio.


La nave central tenía muchas cristaleras y el color verde era uniforme en los elementos interiores.




Aun se encuentran rodetes con restos de hilo.


Las oficinas...


...y el taller de recambios donde cuelgan abundantes correas.


Quedan dos grandes prensas como esta en los almacenes.


Y finalizo mi visita en las compuertas, por el camino encuentro estos carteles de aviso.



Sobra decir que de lo sucedido en estas instalaciones habría para escribir más de un libro.
Los que hayan participado en un proceso industrial donde interviene mucha gente estarán conmigo en que es un ámbito donde aflora lo "mejor" del ser humano, dando lugar a situaciones que mueven algunas veces a la ternura, bastantes a la indignación y muchas a la perplejidad.

Lo segundo que quiero mostrarles es una mini central o generador eléctrico construido en las primeras décadas del siglo pasado y cuya estética decó me fascinó ya siendo un adolescente cuando lo "descubrí".
Para mí tiene cierto valor sentimental pues llegué a verlo casi entero con toda su maquinaria y su parra en la fachada hace ahora ya más de veinte años...


Antes de que lo tapiasen y pintasen era precioso, se lo aseguro.


Un potente envigado sostiene la cubierta.


Y esta cenefa decorativa rodeaba la sala.



Todavía conserva su turbina, que alimentaba el mismo canal que las de las hilaturas precedentes.



Lo que desapareció hace tiempo es el gran generador cuyo diámetro superaba el metro y medio, de varias toneladas de peso en hierro y cobre. Recibía por medio de una correa frisona el movimiento de la turbina que le transmitía la gran rueda de metálica que ven bajo estas líneas.


Este sí que me da pena, rediez...

lunes, 9 de abril de 2012

Dos molinos de cubo


Los arqueólogos de salón, babuchas y pastitas de té, tenemos claro que de la ignorancia a la erudición puede mediar una sencilla búsqueda de Google.
Es por éllo que este buscador se convierte en una herramienta imprescindible cuando se trata de mostrar cierto conocimiento sobre un tema del que no tenemos ni pajolera idea.
Este proceder consigue a veces que dejemos el ordenador de lado para coger un libro, aunque en otras sucede al contrario y nos ahorra una visita a un lugar llamado biblioteca y que nos es ligeramente hostil en tanto no podemos en él ni beber, ni fumar, ni reclinarnos.

En esta nueva "himbestigación de chaise longue" consultaba el Madoz acerca de la localidad de Alcampell y mi curiosidad se fijó en estas líneas:

"A tres cuartos de hora de la población pasa el arroyo Jalaqué que viene de Baells y va a terminar cerca de Castillonroy; es de poco caudal y de curso incierto, pero a temporadas da impulso a las ruedas de tres molinos harineros, y facilita el riego de una porción de huertos casi suficientes para la misma".

Estos molinos harineros, yo que vivo en la zona y algo me he movido, no recuerdo haberlos visto núnca.
Así que hago un barrido por las ortofotos del Sigpac para localizarlos con nulos resultados. Sin embargo en la capa topográfica marca dos edificaciones en una pequeña zona con abundante vegetación y que se mantiene inculta y abandonada.
Los edificios apenas se ven en la ortofoto a causa de la maleza.


Los molinos están a distinto nivel de manera que el segundo recibía el agua del primero.


Es pues el momento de ponerse el chaleco multibolsillos de "himbestigar" y salir a ver qué hay.

Lo que encuentro al llegar al punto es lo que parece una balsa con una presa de piedra en su extremo.
La presa tiene una estrecha toma de agua construída en piedra con sillares bien tallados, tapiada cuando el molino entró en desuso. Una verja protegía la entrada a modo de filtro impidiendo la entrada de ramas y suciedad en el cubo.


¿Pero que es el cubo de un molino?
El cubo de un molino de idem es un depósito que almacena el agua a modo de columna de idem, para aumentar la presión de la misma sobre el rodezno y por ende el rendimiento de la molienda. Debe volverse a llenar el cubo tras su vaciado para aprovechar al máximo el potencial gravitatorio del líquido elemento.
Podemos ver aquí a grosso modo como el agua que sale por la botana mueve las aspas del rodezno y éste transmite su movimiento a la volandera que gira sobre la muela durmiente que permanece fija.


Los dos que veremos están construidos en piedra con un trabajo de cantería más que mediano. Son externamente cuadrados y semejan pequeñas torretas.
El que toca a la balsa y que ven bajo estas líneas conserva un zócalo escalonado. Por dentro consisten en sendos pozos circulares.


Poco antes de llegar a la boca del cubo la toma se cubre con ladrillo.


Para ver el cubo de muy cerca no se me ha ocurrido otra cosa que meterme en el estrecho canal de piedra que da bien justo para andar de frente.


El suelo de la toma se escalona poco antes de entrar en el cubo.


Debe haber unos diez metros de profundidad...


Y aquí el cierre de su boca.


Desde lo alto de la torreta veo a la derecha el edificio adosado al primer molino practicamente demolido, que presenta retales constructivos de época variada.


Se conservan ciertos grafitis que representan las ruedas del molino.



Al acercarme adonde se molía compruebo como unicamente se ve la boca de la botana, faltando las muelas y toda la maquinaria.


Vemos aquí el otro lado del cubo y parte de la presa que poseía cierta toma a fin de desviar el agua para el riego.


Me dirijo al segundo molino andando por el centro del canal que lo alimentaba, al fondo se entrevé parte de la presa. Presa que también presenta cierto aliviadero usado cuando no se molía.



Se aprecian remiendos en ladrillo macizo.


En este caso la entrada de agua al cubo es muy amplia.


Y ya subido a la torreta veo el cubo por un lado...


... y por el otro la ruina del edificio, donde ¡oh sorpresa!, se aprecia una de las muelas.


Desde unos metros el segundo molino se ve tal que así.


Aquí se ve la boca del cárcavo por la que se evacuaba el agua, hoy totalmente colmada por el escombro.


Me acerco hasta la muela y veo el harnero a su lado, que era donde se depositaba la harina.


La muela está compuesta de una dura argamasa en la que se insertaron pedazos de sílex.


El eje metálico que atraviesa la rueda me hace deducir que la que falta es la volandera y estoy ante la durmiente.


A pesar de que el escombro cubre practicamente todo el suelo, me atrevo a decir por lo visto que en éste se conserva el rodezno todavía y seguramente parte de su maquinaria, toda vez que bajo abundante ruina.
No he llegado a encontrar el tercer molino, hay que tener en cuenta que la zona ha cambiado mucho y es fácil que haya desaparecido.

Y ya viendo que la "himbestigación" ha dado frutos satisfactorios, nada más que añadir, salvo un poco de hielo a un whiskete bien ganado.
Trago que degustaré con deleite leyendo unos textos que les recomiendo si desean ampliar su información sobre el tema: Revista de Estudios sobre Sierra Mágina: "Los Molinos de rodezno de la huerta de Pegalájar: inventario de inmuebles y sus bienes muebles"
y
Revista Demófilo de cultura tradicional Nº14-1995: "Los molinos de Pegalájar: una histórica industria en torno a la Charca".

Esta entrada se ha editado a posteriori para incluir un texto extractado del trabajo "Los molinos de la comarca de la Litera", que se presentó en el Primer Congreso sobre Molinología del año 1995 en Santiago de Compostela.
Gentilmente me lo ha hecho llegar Juan Rovira Marsal, coautor junto a José Manuel Naval Carceller.

En dicho trabajo se identifican los molinos como los de "Falaguer", y me informa Juan Rovira que la maquinaria del de arriba se halla expuesta en una plaza de Alcampell.
Dice así: "La acequia alimentaba una balsa (bassal) de planta triangular, de la que partía un canal de sillería, abierto, de 12 metros de largo, 1,6 m. de alto y 0,5 m. de ancho que desembocaba en un cubo (cup) cilíndrico y vertical de 10,5 m. de profundidad y 1,5 m. de diámetro. La zona exenta del cubo está protegida por una pared frontal con buenos sillares de piedra arenisca escalonados en talud y a su pié se encuentra el edificio molinar. El agua hacía girar un rodezno (rodet) que probablemente a principios del siglo XX se substituyó por una turbina metálica de 1 m. de diámetro que movía dos muelas (moles), una de piedra arenisca y otra de pedernal, de 1,40 m. de diámetro y 20/23 cm. respectivamente de grosor. El Molí de Dalt, el principal, molturaba entre 3 y 6 meses al año. El agua que salía del cárcavo, vertía a una pequeña acequia que desembocaba en la balsa del molino inferior. El Molí de Baix tenía una sola muela de piedra francesa de pedernal y molturaba menos de tres meses al año. El rodezno era de madera y medía 1,5 m. de diámetro".


Fotos:N95 y Panasonic.