En Torrebesses hay tela, pero mucha tela patrimonial que cortar. Y para empezar a éllo nada mejor que visitar una de las gemas más brillantes: El Museo Jané.
El museo me impresionó vivamente la primera vez que lo visité, acompañado del que me abrió los ojos al gran legado histórico de la comarca, que no es otro que el amigo Mateu Esquerda.
Así que me determiné a que la hija del fundador y actual gestora del mismo me hiciera una visita personalizada donde diseccionar la abigarrada representación de objetos del mundo antiguo que atesora.
La Mercè Jané conoce la historia de todos y cada uno de éllos.
Su padre, Josep Jané i Periu, en el libro: "Introducción a la historia de Torrebeses", fija los datos históricos más sólidos sobre el municipio, cuyos archivos fueron quemados o destruidos en nefastas fechas pasadas por infames personajes.
Así vemos el fruto de una laboriosa investigación, búsqueda y documentación que le ocuparon no poco tiempo y esfuerzo.
Existen ciertas épocas históricas que nos atraen más que otras, aquí las tenemos todas representadas en mayor o menor medida: desde la prehistoria hasta el siglo pasado, pero muy especialmente las ligadas a la vida rural de nuestros abuelos que es la parte que más me ha gustado.
En el despacho vemos la foto del fundador y varios de sus colaboradores, alguno de éllos ciertamente malogrados. Aquí ha colaborado también gente de diversa índole con donaciones realmente importantes. También hay aquí recogidos muchos enseres propios de la escuela y la educación infantil.
En este vemos un curioso objeto metálico de tres brazos giratorios sosteniendo dos platos.
Se trata de un "mosso" o "mossa" según comarca, y servía para acercar los platos al hogar a fin de mantenerlos calientes. El brazo en su posición externa lleva el plato hasta el extremo del banco más cercano al fuego.
Normalmente este sitio lo ocupaba el más anciano de la familia, al que se le cedía el lugar más caliente y se le evitaba el levantarse durante la comida. Este acto de jerarquía demuestra el respeto que se les tenía a los más mayores en tiempos no muy lejanos. Respeto que les debemos no porque lo diga yo, ni porque lo diga un tipo que grita con la verdad bajo el brazo en forma de libro, sino simplemente porque han sobrevivido más tiempo que nosotros y nos han abierto la puerta de la vida. Por ley natural les deberemos siempre más de lo que éllos nos adeuden.
En el abundante utillaje de la cocina mi curiosidad de retronauta encuentra plena satisfacción entre insólitos objetos.
Como estas dos tostadoras de frutos secos. Funcionan con brasas y una persona. De hecho casi todas las máquinas, herramientas y aperos del museo precisan del ser humano como fuerza motriz.
A veces salía al campo a trabajar un hombre solo y por no hacer una hoguera se llevaba esta peculiar fiambrera.
La parte inferior es un hornillo de carbón y la superior la podemos regular en altura sobre el fuego.
Tal como la Mercè me iba explicando yo iba enmudeciendo... Y es que me di cuenta que de entre los objetos centenarios cabría hacer dos distinciones: los que sabes o crées saber para qué sirven pero no cómo se llaman y otros que ni sabes para qué sirven ni tampoco su nombre.
El grupo de los segundos es tal, al menos para este humilde servidor, que si por un acto sobrenatural me transportaran cientocincuenta años atrás sería el más perfecto de los torpes. Es tal el salto que ha dado la vida en general y la rural en particular, que en aquel mundo sería poco menos que un extraterrestre.
Da un poco de "rabia" verse uno tan ignorante ante objetos tan cotidianos y comprendes lo incompleto que eres como persona cuando desconoces un pasado tan cercano en el tiempo y en el espacio.
Vean por ejemplo esta "cosa":
Yo estoy completamente seguro que ninguno o muy pocos de ustedes sabe qué es ni para qué sirve, sin embargo en su época fue de uso relativamente común. Un engarce metálico con dos cascabeles en sus extremos sujeta el diente de un bacalao, aunque muy grande debería ser éste para desarrollarlo de semejante tamaño. Yo me inclino más a pensar que es parte cartilaginosa de su esqueleto. Esto se les daba a los niños para que al morderlo aliviasen las molestias que les causa la dentadura incipiente. Como para haberlo adivinado.
O esta otra:
Que ya está claro que es un pequeño embudo pero por qué tiene el pico doblado sería la pregunta.
Se ha doblado para poder taparlo con el pulgar. Una vez nos lo haya llenado el tabernero, se bebe de él como de un porrón y obviamente no puede dejarse de la mano hasta que uno se lo termina.
Esto es ergonomía aplicada a "profesionales" del club de Baco.
Existen vitrinas dedicadas a personajes populares del pueblo o directamente célebres como el Mestre Emili Pujol.
Hay bastantes imágenes de santos, vírgenes y cristos. Muchos son restaurados de la iglesia donde estaban en muy mal estado y se han recuperado y otros de donaciones de particulares.
Yo me quedo con dos que me han encantado. El primero es un niño Jesús barroco que tiene más años que Carracuca.
Y la segunda esta virgen cuyo delicadísimo vestido de seda bordado en oro y plata se destruiría si alguien lo tocase a causa de su misma antigüedad.
Los juguetes tienen amplia representación y los hay de mucho nivel.
Detrás de cada una de estas preciosas muñecas hubo una niña y una historia.
Destaco esta de primeros del S.XX, con vestido y maquillaje de época.
En la parte relativa al aceite y el vino vemos una prensa de capilla con dos recios vástagos roscados así como recipientes de medida de distintos materiales. Del techo cuelga una lámpara de petróleo que creo que nosotros no sabríamos encender ni aunque nos diesen un barril entero.
Habrá otros museos más grandes y más lo que sea, pero llevados con el cariño de este será difícil.
Llevo dos horas largas con la Mercé y ya no me caben más historias en la cabeza, y eso que aun queda bastante museo por ver. Debo agradecer aquí la paciencia que tuvo conmigo relatándome la historia, muchas veces fascinante, otras intrascendente, que existe tras algunos objetos.
Es un placer muy grato para mi escuchar el devenir de cada uno, algunos traídos de tierras lejanas, otros ocultos durante décadas y que un día salen a la luz, y algunos expuestos a la intemperie durante décadas también sin que nadie diese cuenta de su valor. Valor que Josep Jané Periu sí supo ver.
Ejemplo de esto último es el fósil cenozóico de palmera que coronó un ribazo durante 44 años, actualmente en el museo.
Como no soy de ahí no sé si los vecinos de Torrebesses han llegado a ponderar lo mucho que le debe el municipio y la cultura en general a la labor de este hombre. Espero que sí.
En los bajos de la casa vemos el rescate que se hizo de los restos de aquellos pobres soldados de la Guerra Civil Española, que murieron en el frente del Ebro lejos de su patria en una guerra tan absurda como las demás.
Preciosas estelas discoidales.
Curiosidades rescatadas como esta ventana renacentista que según me cuenta iba camino del vertedero.
No acabaría de poner fotos de objetos, así que mejor lo vean ustedes mismos. Yo destaco por ejemplo el utillaje religioso donde hay piezas excelentes, la colección de abanicos finísimos, las botellas y objetos de vidrio, las cerámicas típicas catalanas, platos y cántaros, los ropajes bordados, pintados, los vestidos y complementos de señora, las imágenes de vírgenes y santos, los crucifijos y rosarios, los juguetes y en fin...
Por descontado que lo relacionado con la vida rural tiene aquí una representación pero que muy interesante.
Hay más, mucho más que seguro me dejo y cosas que todavía no están en exposición pública. El propio volumen del fondo museístico necesitaría un local mucho más extenso, pero estas cosas ya sabemos el ritmo que llevan.
Así que visita super recomendable, (aquí se aprende historia), que se puede concertar sin problema.
Mi consejo es que vayan despacio y busquen qué hay tras ese objeto que suscita su interés. Que no salgan sin saber qué es y para qué sirve aquello que han visto.
El museo me impresionó vivamente la primera vez que lo visité, acompañado del que me abrió los ojos al gran legado histórico de la comarca, que no es otro que el amigo Mateu Esquerda.
Así que me determiné a que la hija del fundador y actual gestora del mismo me hiciera una visita personalizada donde diseccionar la abigarrada representación de objetos del mundo antiguo que atesora.
La Mercè Jané conoce la historia de todos y cada uno de éllos.
Su padre, Josep Jané i Periu, en el libro: "Introducción a la historia de Torrebeses", fija los datos históricos más sólidos sobre el municipio, cuyos archivos fueron quemados o destruidos en nefastas fechas pasadas por infames personajes.
Así vemos el fruto de una laboriosa investigación, búsqueda y documentación que le ocuparon no poco tiempo y esfuerzo.
Existen ciertas épocas históricas que nos atraen más que otras, aquí las tenemos todas representadas en mayor o menor medida: desde la prehistoria hasta el siglo pasado, pero muy especialmente las ligadas a la vida rural de nuestros abuelos que es la parte que más me ha gustado.
En el despacho vemos la foto del fundador y varios de sus colaboradores, alguno de éllos ciertamente malogrados. Aquí ha colaborado también gente de diversa índole con donaciones realmente importantes. También hay aquí recogidos muchos enseres propios de la escuela y la educación infantil.
Esta es una de las joyas del museo: la cruz de término gótica de
Torrebesses. De fondo pueden verse unos preciosos abanicos que no voy a
enseñarles y a la izquierda unos vestidos que confeccionaban las niñas en
su aprendizaje y que son a escala de los de mujer adulta. Se trataba de
hacer un vestido pero con menos ropa.
El museo está dividido en varios rincones que reproducen otros tántos ámbitos de la vida agrícola y del hogar.En este vemos un curioso objeto metálico de tres brazos giratorios sosteniendo dos platos.
Se trata de un "mosso" o "mossa" según comarca, y servía para acercar los platos al hogar a fin de mantenerlos calientes. El brazo en su posición externa lleva el plato hasta el extremo del banco más cercano al fuego.
Normalmente este sitio lo ocupaba el más anciano de la familia, al que se le cedía el lugar más caliente y se le evitaba el levantarse durante la comida. Este acto de jerarquía demuestra el respeto que se les tenía a los más mayores en tiempos no muy lejanos. Respeto que les debemos no porque lo diga yo, ni porque lo diga un tipo que grita con la verdad bajo el brazo en forma de libro, sino simplemente porque han sobrevivido más tiempo que nosotros y nos han abierto la puerta de la vida. Por ley natural les deberemos siempre más de lo que éllos nos adeuden.
En el abundante utillaje de la cocina mi curiosidad de retronauta encuentra plena satisfacción entre insólitos objetos.
Como estas dos tostadoras de frutos secos. Funcionan con brasas y una persona. De hecho casi todas las máquinas, herramientas y aperos del museo precisan del ser humano como fuerza motriz.
A veces salía al campo a trabajar un hombre solo y por no hacer una hoguera se llevaba esta peculiar fiambrera.
La parte inferior es un hornillo de carbón y la superior la podemos regular en altura sobre el fuego.
Tal como la Mercè me iba explicando yo iba enmudeciendo... Y es que me di cuenta que de entre los objetos centenarios cabría hacer dos distinciones: los que sabes o crées saber para qué sirven pero no cómo se llaman y otros que ni sabes para qué sirven ni tampoco su nombre.
El grupo de los segundos es tal, al menos para este humilde servidor, que si por un acto sobrenatural me transportaran cientocincuenta años atrás sería el más perfecto de los torpes. Es tal el salto que ha dado la vida en general y la rural en particular, que en aquel mundo sería poco menos que un extraterrestre.
Da un poco de "rabia" verse uno tan ignorante ante objetos tan cotidianos y comprendes lo incompleto que eres como persona cuando desconoces un pasado tan cercano en el tiempo y en el espacio.
Vean por ejemplo esta "cosa":
Yo estoy completamente seguro que ninguno o muy pocos de ustedes sabe qué es ni para qué sirve, sin embargo en su época fue de uso relativamente común. Un engarce metálico con dos cascabeles en sus extremos sujeta el diente de un bacalao, aunque muy grande debería ser éste para desarrollarlo de semejante tamaño. Yo me inclino más a pensar que es parte cartilaginosa de su esqueleto. Esto se les daba a los niños para que al morderlo aliviasen las molestias que les causa la dentadura incipiente. Como para haberlo adivinado.
O esta otra:
Que ya está claro que es un pequeño embudo pero por qué tiene el pico doblado sería la pregunta.
Se ha doblado para poder taparlo con el pulgar. Una vez nos lo haya llenado el tabernero, se bebe de él como de un porrón y obviamente no puede dejarse de la mano hasta que uno se lo termina.
Esto es ergonomía aplicada a "profesionales" del club de Baco.
Existen vitrinas dedicadas a personajes populares del pueblo o directamente célebres como el Mestre Emili Pujol.
Hay bastantes imágenes de santos, vírgenes y cristos. Muchos son restaurados de la iglesia donde estaban en muy mal estado y se han recuperado y otros de donaciones de particulares.
Yo me quedo con dos que me han encantado. El primero es un niño Jesús barroco que tiene más años que Carracuca.
Y la segunda esta virgen cuyo delicadísimo vestido de seda bordado en oro y plata se destruiría si alguien lo tocase a causa de su misma antigüedad.
Los juguetes tienen amplia representación y los hay de mucho nivel.
Detrás de cada una de estas preciosas muñecas hubo una niña y una historia.
Destaco esta de primeros del S.XX, con vestido y maquillaje de época.
En la parte relativa al aceite y el vino vemos una prensa de capilla con dos recios vástagos roscados así como recipientes de medida de distintos materiales. Del techo cuelga una lámpara de petróleo que creo que nosotros no sabríamos encender ni aunque nos diesen un barril entero.
Habrá otros museos más grandes y más lo que sea, pero llevados con el cariño de este será difícil.
Llevo dos horas largas con la Mercé y ya no me caben más historias en la cabeza, y eso que aun queda bastante museo por ver. Debo agradecer aquí la paciencia que tuvo conmigo relatándome la historia, muchas veces fascinante, otras intrascendente, que existe tras algunos objetos.
Es un placer muy grato para mi escuchar el devenir de cada uno, algunos traídos de tierras lejanas, otros ocultos durante décadas y que un día salen a la luz, y algunos expuestos a la intemperie durante décadas también sin que nadie diese cuenta de su valor. Valor que Josep Jané Periu sí supo ver.
Ejemplo de esto último es el fósil cenozóico de palmera que coronó un ribazo durante 44 años, actualmente en el museo.
Como no soy de ahí no sé si los vecinos de Torrebesses han llegado a ponderar lo mucho que le debe el municipio y la cultura en general a la labor de este hombre. Espero que sí.
En los bajos de la casa vemos el rescate que se hizo de los restos de aquellos pobres soldados de la Guerra Civil Española, que murieron en el frente del Ebro lejos de su patria en una guerra tan absurda como las demás.
Preciosas estelas discoidales.
Curiosidades rescatadas como esta ventana renacentista que según me cuenta iba camino del vertedero.
No acabaría de poner fotos de objetos, así que mejor lo vean ustedes mismos. Yo destaco por ejemplo el utillaje religioso donde hay piezas excelentes, la colección de abanicos finísimos, las botellas y objetos de vidrio, las cerámicas típicas catalanas, platos y cántaros, los ropajes bordados, pintados, los vestidos y complementos de señora, las imágenes de vírgenes y santos, los crucifijos y rosarios, los juguetes y en fin...
Por descontado que lo relacionado con la vida rural tiene aquí una representación pero que muy interesante.
Hay más, mucho más que seguro me dejo y cosas que todavía no están en exposición pública. El propio volumen del fondo museístico necesitaría un local mucho más extenso, pero estas cosas ya sabemos el ritmo que llevan.
Así que visita super recomendable, (aquí se aprende historia), que se puede concertar sin problema.
Mi consejo es que vayan despacio y busquen qué hay tras ese objeto que suscita su interés. Que no salgan sin saber qué es y para qué sirve aquello que han visto.