El Mas de Ribera es uno de los muchos abandonados a mediados del siglo pasado en la Ribagorza. Devorado por una espesa maleza que impide que las fotos den idea de sus dimensiones reales, oculta un antiguo esplendor en absoluto menor, pues contaba entre sus dependencias con almazara y oratorio propios.
En el cobertizo adyacente a la almazara vemos el husillo abandonado, pieza que no deja dudas de la existencia de una prensa de viga y quintal.
Este es el aspecto que ofrece la almazara desde el exterior, su muro norte es la roca pura.
En su misma entrada vemos la piedra de la prensa o quintal.
A nuestra derecha, cuesta de verlo debido a la vegetación, vemos todavía en pie la enorme muela del molino.
Era "de sangre", esto es, movido por una bestia, o por varios tipos muy bestias.
El muro que cierra el molino sigue el circuito circular del mismo y adopta forma absidal.
La muela es grande y pesada.
A nuestra izquierda se situa la prensa con parte del tejado desprendido sobre élla.
En el muro sur se adosan varios depósitos para el aceite.
En el extremo de la viga vemos la tuerca donde se insertaba el husillo.
Cerca del otro extremo vemos el marrano, que es por donde la prensa ejerce su fuerza.
Rascando con un cuchillo llega a mi nariz el olor del aceite de oliva seco que todavía lo impregna.
Más dificil de ver es su lavija, circular y de piedra, donde se recoge el producto del prensado.
Las tres vigas que conforman el brazo de la prensa son realmente grandes, conserva la guiadera anterior, aunque totalmente tomada por la hiedra.
En el Mas encontramos los elementos típicos fruto de las reformas más modernas, que tendrían lugar según lo visto a principios del siglo pasado.
Así tenemos cocina en la que hubo agua corriente, hogar y comedor con el mueble empotrado.
Contaban con un gallinero y horno de pan separado del cuerpo principal de la casa.
El agua de la cubierta se recogía en éste aljibe situado en la planta baja.
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¿Que hubo antes aquí?.
Una mirada atenta no puede pasar por alto el cambio de factura que se aprecia en la cara este y norte del edificio.
En la cara norte se hace todavía más evidente el edificio primitivo de sillares perfectamente escuadrados.
La destrucción de la planta deja acceso libre a su sótano donde se aprecia la roca sobre la que asienta la casa, y por donde entro a ver los restos del antiguo edificio.
En el interior se hace patente cómo el Mas se edificó por encima de los sillares.
Sillares que unicamente vuelven a aparecer formando parte del pilar central de la casa.
El arco de su entrada principal también presenta piedra tallada, aunque no puedo asegurar con certeza que no haya sido reaprovechado.
Por este arco se accedía a la bodega de la casa.
Desde la entrada tenemos ésta escasa visión, la jungla invade el patio central, que cierran grandes y altos cobertizos.
Junto al Mas existe un pequeño oratorio de rústica factura.
Su cubierta descansa sobre el suelo y sorprendentemente su altar no ha sido vandalizado.
Presenta dos revocos consecutivos en su interior, en el más antiguo hay trazado de manera sutil a modo de esbozo, un friso decorativo a lo largo de la pared, que he resaltado en la imagen.
Como ya dije antes, la vegetación impide ver en las fotos las grandes dimensiones del Mas, cuyos restos nos hablan de una vida autárquica ya extinguida.
"ME PIDEN QUE REGRESE", LA ÚLTIMA NOVELA DE ANDRÉS TRAPIELLO
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Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) tiene una larga y
completa trayectoria literaria. El escritor leonés, afincado en Madrid
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Hace 1 semana
4 comentarios:
Como siempre una exaustiva entrada plagada de fotos que nos hacen de guia para el recorrido a través de la visita a esta construcción en ruinas. Una muestra de la decadencia rural que posiblemente se asentó sobre los sillares de una construcción de tipo mas noble.
Un placer descubrir estos lugares de tu mano.
Saludos
Como acostumbras nos desmenuzas la vivienda y sus construcciones auxiliares hasta el más minimo detalle que a los ojos de cualquiera pasaria inadvertido. Un gran aprendizaje de las distintas composiciones de una casa.
Genial Ruben.
Saludos.
No sólo eso, sino que, de alguna manera, tan extraordinaria labor induce a pensar que los lugares no mueren del todo, mientras haya personas que de forma altruista y generosa, continúen hablando y mostrando al resto parte de una historia que nunca debería ser olvidada. Un abrazo y Rivi y ¡chapeau! por tan estimulante labor.
Gracias a los tres por vuestros comentarios.
Juancar: Nunca me lo había mirado desde ese punto de vista, claro, no mueren cuando alguien los rememora.
A mi me mueve el pensar que todo esto lo hicieron seres que nacieron de madre como yo, y que tenían al final las mismas necesidades primarias que pueda tener yo mismo.
Saludos a todos.
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